A la edad de nueve años, mi padre en medio de la noche buscó a mi hermano para llevárselo. Yo no sabía para qué se lo llevaban, pero mi padre decidió que si él no iba, iría yo. Yo no quería ir. Mi padre me llevó con un “brujo” y me dejó en la casa de él. A la edad de 9 años ese hombre me obligó a beber una botella de whisky, me llevó a un hotel y me violó brutalmente.
Cuando me levanté de la cama en la mañana, no podía caminar, mi cuerpo estaba destruido completamente. Tuve que ser sometida a una cirugía. El dolor del cuerpo era inmenso, pero el dolor del alma requiere un trabajo muy duro.
Todos nacemos con bondad. Yo tengo tres nietos y cuando tuve en mis brazos al tercero que nació hace poco, yo vi esa inocencia y sé que ese niño tiene la oportunidad de tener una vida mejor que la mía porque su padre es un hombre ejemplar y lo adora. Mi padre era un hombre ejemplar, nunca pude conocer su historia, pero mi padre se convirtió en un alcohólico y tomó decisiones que destruyeron su vida y la de su familia.
Mi misión de vida
Yo empecé a tener relaciones tóxicas y me casé con un hombre abusivo con el que permanecí casada 10 años. Esto fue una respuesta de la programación que yo tuve en mi infancia que era: “Yo no valgo nada”. De esa forma estuve escribiendo capítulos de toxicidad en mi vida.
Cuando yo tuve a mi primer hijo, todo el tiempo esperé que fuera una hija, y yo no podía conectar con ese niño, no era capaz de limpiar a ese niño porque yo no quería otro hombre en mi vida. Cuando él estaba muy pequeño no paraba de llorar y lo tiré a la cama, pero cayó al suelo. Yo pude matar a mi hijo, por eso me pregunto qué pudo haberle pasado a una persona que comete un crimen.
Por muchos años yo creí que mi misión era trabajar para brindar servicios de salud dignos a las personas que carecen de seguro, especialmente de la comunidad latina que reside en los Estados Unidos, pero luego encontré mi verdadera misión cuando escribí un libro compartiendo mi historia de abuso sexual a temprana edad.
Tras una conversación con 10 mujeres cercanas a mí y darme cuenta de que 8 de ellas fueron víctimas de abuso sexual, entendí que el silencio le da el poder al abusador y decidí trabajar para romper ese silencio cómplice y crear el Movimiento #YoDigoNoMas, a través del cual no sólo buscamos educar para prevenir el abuso sexual infantil, sino también devolverle la voz a nuestros niños.
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El regalo más grande
Después de mi experiencia de abuso sexual, todos en la ciudad en que vivía me miraban con pena y tuve que irme de allí y decidí que no volvería a hablar de eso. Sin embargo, hoy soy consciente de que romper el silencio es fundamental para detener el ciclo del abuso e iniciar el proceso de sanación.
Desde los nueve años, nunca volví a hablar con mi padre. Pero antes de morir, mi padre le pidió a su hermano que me pidiera perdón, y de corazón lo perdoné antes de que muriera y ese fue el regalo más grande que él pudo darme. Y aunque muchas personas no comprenden cómo pude perdonar al hombre que me hizo tanto daño, yo me pregunto nuevamente: ¿Qué pudo pasarle a mi padre para que, por una mala decisión, perdiera a su familia y muriera en soledad?
Conoce más sobre mi historia de vida y cómo logré superar un abuso que destruyó mi vida y mi familia a través de mi libro #YoDigoNoMas y cómo he aprendido a amarme nuevamente y ser feliz.
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