Cuando apenas era una niña, María Trusa, una newyorkina de origen dominicano, fue víctima de abuso sexual y tuvo que afrontar diversas repercusiones físicas y emocionales producto de esta experiencia. Hoy, ella se dedica a brindar apoyo a quienes han sido víctimas de abuso sexual y a prevenir que otras personas sufran este flagelo.
“Mi padre me dejó en la casa del brujo (su perpetrador), él me llevó al lugar donde estaba haciendo una brujería, me obligó a tomar una botella de whisky y me dijo que si yo decía lo que iba a pasar esa noche, él me mataba a mí y mataba a mi familia”. Así inicia el relato de María Trusa de la noche en que su vida se destruyó.
A los nueve años de edad, un amigo de su padre abusó repetidamente de ella durante toda la noche causando graves daños físicos, que requirieron hospitalización y cirugía.