
No siempre la agresión sexual tiene que estar relacionada con el uso de la violencia física, existen agresiones más “sutiles” que no dejan de ser graves y que, desafortunadamente, aún están muy presentes en nuestras sociedades. El acoso sexual constituye un comportamiento de carácter sexual que resulta desagradable y ofensivo para quien lo sufre.
Éste generalmente se da en los diferentes ámbitos de la vida: laboral, académico, familiar, en la calle, entre otros, y en la mayoría de los casos se vale de una posición de poder para someter a la víctima. Cuando se presenta en el ambiente laboral, en la mayoría de los casos condiciona a la víctima a aceptar estos comportamientos para no perder su empleo.
Aunque generalmente el acoso sexual busca una actividad sexual, en ocasiones pueden darse comentarios, insinuaciones y otros contactos no deseados que no llegan a consumar una actividad sexual.
Como es frecuente en los diversos tipos de agresión sexual, el acoso sexual es poco denunciado no solo por la sensación de vergüenza que genera en la víctima, sino también porque en muchos casos no se dispone de pruebas que inculpen al victimario.