En ocasiones, sin intentar siquiera hacer algo, decimos que no somos capaces y a partir de ahí encontramos todas las excusas para finalmente “confirmar” que efectivamente no teníamos ni la capacidad ni la formación ni la disposición para hacerlo. Pero, aunque no lo creas, fueron tus límites mentales los que determinaron que no podías hacer algo.
Esos límites mentales los hemos establecido en las creencias que nos fueron transmitidas durante nuestra infancia. Si bien, todos nacemos con algún tipo de inteligencia destacada o con habilidades que nos favorecen para realizar ciertas actividades, esto no significa que necesariamente debamos renunciar a las tareas o actividades que se nos facilitan tanto.
Entre más tiempo pasa, superar esas creencias no resulta sencillo; pues como vemos los niños no sienten temores al hacer frente a nuevas experiencias, pero con el paso del tiempo son más las fronteras que nos autoimponemos. Por eso, hoy quiero invitarte a aprender a pensar como niños y a recuperar esa habilidad de crear sin miedo y no ponerle límites a nuestras pasiones.